¿De qué forma era la tortura con el toro de Falaris?
Imagino que os vais haciendo una idea. La escultura del toro se pone sobre una fuente de calor, o sea, una fogata a fin de que aumentase el calor tanto del bronce como del interior. Metían a la persona en el interior y cerraban. Para recrearse más aún, lo chillidos de los torturados salían por la boca del toro para de esta manera simular el mugir del animal.
Reflexiones en torno al toro de Falaris

No obstante, es una hipótesis y por ende no tiene razonamientos suficientes para ser protegido a capa y espada.
Sin embargo, no podemos negar que el toro de Falaris existió en tanto que se ha nombrado en viejos escritos. Tenemos a Aristóteles que lo nombra como una acción degenerada y después a Píndaro que vivió un siglo después y fue el que dio nombre al instrumento de tortura.
De ahí que que podemos comprobar que existió el toro de Falaris, que estuvo en Agrigento (Sicilia) y que después pasó a estar en Cartago terminando en las manos de Escipión el Africano. Al final, se devolvió a su urbe de origen (cara el año doscientos a.C.). Diríase que fue Escipión el Menor el que devolvió el toro así como otras obras de arte una vez que Cartago fuera destruida en el año ciento cuarenta y seis a.C.
Este acto hizo que acabase la tercera guerra púnica.
El planeta de los instrumentos de tortura es espantoso y como podéis ver no es invento de la Inquisición (si bien les agradaba lo propio) sino ya existieron previamente otros instrumentos.